2 de noviembre de 2011

A LA ESPERA DE UNA TRILOGÍA: La impunidad en la reparación de las victimas.


"En esta selva no hay Estado. Aquí hay guerra. Desde siempre. Guerra civil, un conflicto armado interno, amenaza terrorista, lucha ideológica. Los extremos izquierda, derecha. Los mismos métodos: competencia de crueldad". Con estas. Con estas palabras comienza Impunity, un documental dirigido por Hollman Morris y Juan José Lozano en la que con ahínco y severidad se muestra el drama de las victimas de los paramilitares en Colombia.
La ley 975 de 2005 firmada por el Congreso de la República y por el dirigente de paso (8 años) Álvaro Uribe Vélez, sólo dejó impunidad e ilusiones perdidas. La llamada “Ley de Justicia y Paz” que provocó la desmovilización de miles de paramilitares se convirtió en un pacto grotesco entre políticos, empresarios y criminales de lesa humanidad. A pesar de las promesas y constantes reiteraciones de “La gallina de los huevos de oro” las únicas garantías visibles fueron las otorgadas a los asesinos de más de ciento cincuenta mil personas, que se escudaron como narcotraficantes y fueron extraditados a Estados Unidos.
Y es así como el terror de decenas de narcotraficantes colombianos durante los años ochenta se convirtió en la salvación de los jefes paramilitares. Esta es la parafernalia del gobierno en su afán por encubrir su directa responsabilidad con crímenes de lesa humanidad como los cincuenta mil desaparecidos, los más de cuatro millones de desplazados y los cerca de dos mil “falsos positivos”. Morris nos muestra que no es el hecho de la muerte lo que reúne a las familias victimas en los estrados donde se llevan los procesos de justicia y reparación; sino la desesperación de saberlos desaparecidos, de no saber un cómo ni un dónde, de la carga simbólica que representa la ausencia de un cuerpo que enlutar.
El Estado se encuentra en deuda con el pueblo, no sólo por los millones de millones de pesos que han robado falsos políticos disfrazados de profetas, sino por el dolor de las víctimas de este “No-Conflicto armado” en Colombia. Adeuda justicia, veracidad de hechos y garantías de reparación y no repetición de esta barbarie ¿Pero hasta cuando tendrán los colombianos que esperar una reparación simbólica efectiva para dar paso a un verdadero perdón?
El actual presidente de la República, Juan Manuel Santos, reiteró la existencia de un conflicto armado en Colombia e insistió en la reparación a través de la Ley de Victimas y de Restitución de Tierras firmada en el presente año. Esta Ley anexa a la del 2005 una reparación simbólica de todos los imaginarios perdidos por el desplazamiento y la restitución de tierras en determinados casos.
Sin embargo, ¿Qué garantiza que todos los casos que se cobijen bajo esta ley no quedaran archivados y con tierra encima como los de La Ley 975? ¿Quién logrará que las victimas tengan un cara a cara con sus victimarios y así poder dar un paso a la cicatrización de heridas y posiblemente al perdón? ¿Cómo se evitará que las declaratorias sobre los asesinatos no queden en un simple recital de bala y sangre, qué no haya impunidad?
No hay garantías, no hay nada que asegure una verdadera reparación a un país ENTERO que ha sido victima de una cruel competencia por el poder. Y ahora menos, los colombianos no sólo han sido marcados por la desesperanza, sino por la ignorancia y la indiferencia ante hechos que se extiendan dos metros más allá de su incomoda comodidad. Sin embargo, hay certeza. Certeza de que si seguimos como vamos, con los ojos cubiertos como caballos próximamente tengamos una Ley de reparación de victimas de las BACRIM.

25 de abril de 2011

EL OTRO EN INTERACCION CON MI REALIDAD

La humanidad abstractamente es concebida como la interrelación de distintas realidades que convergen entre sí como conjuntos complejos de emociones, percepciones y acciones. Sin embargo, y aún conociendo la repercusión de cada uno de nuestros actos, olvidamos al otro y lo negamos como posible afectado (beneficio o perjuicio) de nuestras pequeñas lógicas del gen egoísta.
Nuestro mundo es similar a una hilera de fichas de dominó: ninguna podrá moverse sin afectar a la que le sigue. ¿Cómo es posible que el mundo con su gran territorio alberge personas que sin importar distancia o tiempo se puedan afectar con la acción más mínima de su cotidianidad? Pues si es posible, una persona en cualquiera lugar del mundo puede hacer sucumbir la existencia del otro con cualquier acción que se convierte en un eslabón de una infinidad de hechos.
Sin defender el campo de la moral y las buenas costumbres implantadas en el colectivo imaginario de nuestra máquina social, podríamos hablar de una utopía, el mejor mundo posible en el que la conciencia nos permita aceptar y respetar la existencia del otro y sus diferencias conmigo. Aun desde la antigüedad esta utopía se ha disfrazado con varios antifaces, entre ellos algunos mandamientos religiosos en donde se exige, para alcanzar la gracia (virtud), el respeto y el amor por el prójimo; en la ética y el buen comportamiento se nos ha hablado de la responsabilidad de nuestros actos, del pensar antes de actuar o la famosa frase filosófica de Descartes “pienso luego existo”.
Para muchos estos pensamientos podrían llegar a rayar con el extremo filantrópico de negarse a si mismo en beneficio del otro, más no se trata de eso, no es dejar de hacer lo que deseamos, simplemente es actuar con conciencia. Sin embargo el gran misterio de las realidades nos lleva a sentirnos impotentes ante algunas repercusiones. Tal vez a veces lo que pasa no depende de nadie, pareciera que el “nous” del universo conspirara permanentemente o que alguien realmente esta jugando a los dados con nosotros.

LA MALFORMACIÓN DE LAS AUDIENCIAS

La actualidad exige al ser humano interactuar con lugares y no lugares que lentamente se van convirtiendo en un universo paralelo a su realidad. La globalización, los avances científicos y tecnológicos, el temor a la exclusión, la necesidad de pertenecer al rebaño, ha convertido al hombre actual en un engranaje más de la máquina del presente: La televisión.

Aunque parezca extraído de una película de extraterrestres que buscan controlar mentes o de la típica película de zombis con extraños virus implantados para hacer sucumbir la humanidad; la leteomasis es una realidad que debemos afrontar. Muchos consideraran que los grandes culpables de este siniestro virus que invade la psiquis de la neo humanidad, son los medios masivos de comunicación. Sin embargo, aunque ellos tienen una gran parte de responsabilidad, se debería traer a consideración la posibilidad de una malformación mental de quien recibe la información.

Tal vez y sin exagerar está ocurriendo la misma malformación de quienes votan cada cuatro años para elegir presidente, esa que les obstruye la capacidad de filtrar información y esto no ocurre sino por la falta de educación por parte del gobierno. Pero como diría Nietzsche con su metáfora de la evolución al niño ¿Quién lo dijo? ¿Quién se beneficia? el gobierno actúa con su pequeña lógica. No solo con los resultados de las votaciones sino con la homogenización de las audiencias que se sientan día a día frente a la cajita de excreciones estupidizantes.

En este país en donde el flujo de la información es controlado por un par de familias y la televisión es el mejor medio para el trafico de emociones y teniendo en cuenta que apestamos a sotanas, a viejitas camanduleras y a velitas para el sagrado corazón de Jesús, la solución solo está en que los pocos medio-locos-consientes emprendan la salvación de almas en las nuevas generaciones.

25 de marzo de 2010

La Psiko: arte con proyecciòn social.

Colombia es tal vez uno de los países del mundo que menos presupuesto invierte en arte y cultura. A pesar de que se han creado algunas leyes y decretos que cobijan a los artistas nacionales, la ayuda no es suficiente para lograr sus metas. La falta de apoyo en cuanto a espacios y dinero son algunas de las contrariedades que estos deben enfrentar si se desean dar a conocer. En la ciudad de Armenia esta situación no está muy alejada de la realidad, pues el arte siempre esta en último lugar: la pintura, la fotografía, la escultura y la música no cuentan con gran apoyo del municipio. En los últimos años algunos artistas han decidido enfrentarse a esta situación y han luchado por una realidad cultural donde se valoren sus expresiones artísticas, un ejemplo claro es La Psiko de la ciudad de Armenia.

La Psiko es una banda musical muy reconocida en el ámbito regional gracias a su participación en múltiples eventos. Esta integrada por cuatro estudiantes de la Universidad del Quindío: Pablo Julián Vélez, Juan Pablo Alfonso y Jorge Eliécer López del programa de Comunicación Social y Periodismo y Andrés Felipe García de Ingeniería Civil. Desde el inicio de la banda la misión de ellos no sólo fue proyectarse para ser reconocidos musicalmente, sino que vincularon fuertemente la labor social a su proyecto. Se caracteriza porque su música alternativa post punk/ funk está acompañada de letras con alto sentido social donde prima la crítica a la realidad política del país y del mundo. Para llegar al lugar y al reconocimiento que actualmente tienen en la región tuvieron que enfrentar las complicaciones que dejaron los vacíos en cuanto al apoyo del gobierno.

Cada año el Gobierno estipula un presupuesto para que cada ministerio pueda llevar a cabo su Plan de Desarrollo, cumpliendo así con las funciones estipuladas dentro de la Carta Magna de Colombia. Sin embargo, la gran mayoría de este presupuesto se desvía a intereses particulares e inversiones en seguridad nacional e industria militar. Esto último se hace con el fin de acabar con la guerra interna que se presenta desde hace varias décadas en la nación, sin tener en cuenta que la violencia sólo ocasiona más violencia. Por otro lado, el Estado ha mal visionado la función del arte en la sociedad, lo ha calificado como causante de desorden y foco de problemas entre los jóvenes.

La música es quizá la expresión artística que mayor malestar produce en la sociedad, el apoyo a esta siempre estará ligada a los gustos y conveniencias políticas y de las masas. Actualmente, el país está siendo representado por grupos musicales que no son “contraculturas”, esto es “reacciones de rechazo a entidades o instituciones ya establecidas” (Feixa, 1995) Debido a lo anterior, géneros como el rock, el punk, el reggae, el ska, etc.; no cuentan con apoyo gubernamental porque su música esta cargada de alto sentido social en donde se critica la realidad del mundo en que se vive. Estos grupos son los que constantemente están en una batalla para dar a conocer sus pensamientos y ejercer su derecho a la libre expresión estipulado en el artículo 20 de la Constitución Política de Colombia.

En julio del año 2006 en la ciudad de Armenia se conforma una agrupación llamada “La Psikoguerrilla”. Esta banda estaba integrada por músicos y amigos procedentes de diferentes agrupaciones de la zona como Misiva, Smell, Undersound, Zero, Freakland, y Vinhamgum. Estos jóvenes se caracterizaban porque siempre habían estado en la vanguardia del sonido del rock alternativo de la ciudad y tenían visiones musicales enfocadas en crear un proceso de comunicación con la gente para que se apropiaran del discurso que ellos daban desde su música. La creación de una agrupación diferente a las ya formadas en la región fue motivada por la inquietud que les causaba seguir impotentes ante la realidad del país, “queríamos llevar un mensaje a todo el mundo, crear una conciencia de cambio” (La Psiko, 2010)

Uno de los primeros inconvenientes que tuvieron que enfrentar fue el cambio de nombre a la agrupación. El nombre inicial traía graves confusiones para el público y además la guerrilla en Colombia está categorizada como terrorista y radical, lo que fácilmente los convertía en objetivo militar; convinieron entonces llamarse “La Psiko”. Durante los primeros seis meses decidieron componer y producir sus propias canciones, mientras estructuraban su identidad e ideología: “Queríamos crear curiosidad en el público, que no aceptaran la realidad tal cuál se la mostraban en la televisión, que se cuestionaran por la verdad y se informaran, y vieran que la realidad esta a nuestro lado y no nos damos cuenta” (La Psiko,2010)

Luego, en febrero del 2007 empezaron a tocar en algunos establecimientos que con dificultad accedían a que esta nueva agrupación de rock se expresará libremente. El público respondió con entusiasmo y apoyo a su música, pero no encontraron lo mismo en las entidades gubernamentales; por lo contrario, las fundaciones no gubernamentales fueron las que mayor acogida les brindaron. En Marzo del 2007 la Fundación Abrazar realiza un evento para niños discapacitados en donde permitió que mostraran su talento, la Universidad del Quindío y La fundación Calle Bohemia también le abrieron las puertas en algunos eventos, al igual que el bar “The Wall”. Su gran debut regional fue cuando participaron en la vuelta Rockombia (Shock), y en otros concursos de gran importancia nacional como lo son Mamut Fest Rock, Ciudad Rock Bogotá y Manizales Grita Rock.

Actualmente, la banda se ha establecido como una de las mejores a nivel regional, aunque tristemente reconocen que falta acción por parte del Estado, no permiten que sus sueños y ambiciones terminen ahí. Consideran que falta mayor estructuración en el gobierno para cumplir muchas leyes que solo se quedaron en palabras. “La Ley 375 de 1993, o Ley de la Juventud, se hizo para garantizar el libre desarrollo de los jóvenes, pero esta es una ley ciega, hecha a medias, porque no tiene una base financiera definida para su cumplimiento; además, está sujeta a uno de los ministerios que menos recursos tiene y más obligaciones sociales presenta, eso es parte de la inequidad social que propician los malos gobiernos” (La Psiko, 2010)